martes, 17 de diciembre de 2013

La chaqueta Metálica, guerra y humor.

Puedes reírte, puede llorar. Todo eso en una misma película. Como la vida misma.
La chaqueta metálica es una representación alocada de la guerra y la vida de los Marines. La película presenta todo tipo de personajes. Un patoso, prostitutas vietnamitas, un sargento con un humor negro demasiado bruto, un marine enamorado de los disparos y las metralletas, o un chulo comunista capaz de jugarse el pellejo por defender sus ideas.
El principio de la película se asemeja a la película "El Sargento de Hierro". El típico sargento de artillería que avasalla a sus marines reclutados y los trata como verdadera bazofia. Son muchos minutos de risa descontrolada las que proporciona el sargento Hartman.
Cuando acaba toda su preparación, muchos de los marines son enviados a Vietnam, unos a la sección de infantería y otros como periodistas de guerra.
Llama la atención el giro radical que hace la película cuando va llegando a la mitad. Pasa de una comedia a un drama con todas las letras. Es tan realista y cruel que no solo te puede hacer reflexionar sino que puede dejar triste a cualquiera.
El mejor detalle de la película viene al final. Resulta que un grupo de los marines que luchan en Vietnam reciben disparos desde un edificio, con lo que acaban muriendo varios de ellos. Cuando finalmente consiguen entrar al edificio donde recibían los disparos de un solo francotirador, descubren que quien lanzaba los disparos era una niña, nada más y nada menos. La niña en el suelo suplicándoles que la mataran es un momento muy fuerte en la película, y los diálogos de los protagonistas dan que pensar y recapacitar a la hora de emprender misiones de matanzas en el mundo. ¿Es esto lo que queremos? ¿Somos caníbales?
Anécdota: No se pierdan el momento en el que los marines negocian con una prostituta vietnamita para que les haga un descuento en sus servicios.
Valoración: 8,4. Buena, muy buena. Completa representación de la guerra entre EEUU y Vietnam, con un toque extenso de humor.

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